lunes, 12 de diciembre de 2016

Cervantes y el Renacimiento

¿Qué conocéis del siglo XVI y el siglo XVII?, ¿qué conocéis de la España en la que vivió Cervantes? La España de la transición, la España del Renacimiento tardío y el inicio del Barroco. Fue el siglo de las conquistas, el siglo del humanismo, el siglo de la Inquisición, pero fundamentalmente el siglo de los literatos, el siglo de Miguel de Cervantes y la leyenda de Don Quijote. Nos encontramos en la España del Siglo de Oro.

Época de grandes transformaciones en todas las esferas como la ciencia, la religión, la razón, la filosofía, la economía, política o sociedad. Transformación y cambio donde la clave de todo es el uso de la razón como fuente de conocimiento, del saber frente a los textos sagrados. Punto de inflexión en la historia de nuestro país. Son muchos los sucesos importantes y trascendentales que surgieron en esa época, una era de inestabilidad y crisis económica, la era de la reconquista y del antisemitismo. Era en la que encontramos una España pobre y sombría, pero que al mismo tiempo se encontraba en su mayor esplendor, ya que había conquistado África, Portugal, Asia y las Américas.  Estamos ante la España de las batallas y las conquistas.  Fue la era que comenzó con el prominente reinado de los Reyes Católicos, donde se intenta la unión de las coronas de Aragón y Castilla y cuyo objetivo primordial era la creación de un estado moderno junto con un monarca poderoso y un estado con gran influencia militar, económica y política, y terminó con Felipe III, pasando por Carlos I, primer rey extranjero y Felipe II. Fue un época caracterizada políticamente por la centralización del poder y la unidad dinástica, donde España mantiene la hegemonía europea.

Pero, ¿y qué pasó con la sociedad? Durante esta época, las clases sociales privilegiadas comienzan a perder poder político, lo que conlleva al ascenso de la burguesía y a la consolidación del mayorazgo, además de la aplicación práctica del mercantilismo y el capitalismo. No obstante, hasta entonces la sociedad estaba en crisis, la cual se dividía en tres clases diferenciadas. En la parte superior se encuentra la nobleza, desde los grandes nobles a los hidalgos, como lo era el mismo don Quijote. Después tenemos a los eclesiásticos, que se encargan de la educación y del control del pensamiento por medio de la Inquisición. Por último, los plebeyos, cargados de impuestos y muchas veces empujados a la pobreza y a la delincuencia.

Pero, el mayor cambio se da en el arte y la cultura, con una nueva forma de pensar, una nueva corriente que nace en Italia y que tardíamente aparece en España, el humanismo.  El humanismo es una doctrina que se caracteriza principalmente por la valoración del mundo grecolatino, el antropocentrismo, la anteposición de la razón al sentimiento y la creación de un nuevo ideal del hombre y de la belleza.  

Tanto es así que el humanismo se convierte en una actitud del hombre del Renacimiento, la cual se basa en el estudio e imitación de los textos grecolatinos y en el interés por todo lo que ha creado el hombre. Y, es precisamente en esta época donde Cervantes nace y se forma. No obstante, es preciso aclarar que Cervantes vive el periodo de la transición del Renacimiento al Barroco, fenómeno que veremos reflejado en su obra. Cervantes vive en la España que pasa de los triunfos militares a la decadencia. España se convirtió en aquel entonces en la defensora del catolicismo frente a los protestantes, y se enfrenta, además, a la amenaza de los turcos en el Mediterráneo.




Pese a todo, la literatura y el arte de este siglo fueron excepcionales. Fue la época de los grandes literatos, ya que no sólo encontramos a Cervantes, sino también a Quevedo, Garcilaso de la Vega y Calderón, entre otros. Cervantes de acuerdo con las palabras expuestas en el artículo Antes de leer de Edu365.cat conoció de primera mano el Renacimiento durante su estancia en Italia, y siempre fue fiel a su ideal de búsqueda de la belleza a través de la armonía y la sencillez. Pero poco a poco la estética fue cambiando y el arte empezó a complicarse, a buscar el efecto del contraste y de la sorpresa, a preocuparse por la forma tanto o más que por el contenido. Ese nuevo movimiento se denominaría posteriormente Barroco. De esta forma la obra de Cervantes comparte rasgos de las dos estéticas.

        En resumen, la vida de Cervantes de acuerdo con Carlos García de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se sitúa objetivamente en ese momento de tránsito, habiendo participado en la etapa final del periodo de hegemonía y en el momento inicial de la decadencia. La formación intelectual de Cervantes es básicamente la de un humanista: valoración de los clásicos, influencia italiana, impacto del erasmismo. Por otra parte, la Contrarreforma y la reacción señorial de comienzos del XVII han marcado su trayectoria. Trayectoria en una época de crisis no completa, de declinación. Declinación en un imperio en el que no se había puesto el sol y se comenzaban a ver las sombras, declinación reflejada en la peste, el hambre, la guerra o las angustias financieras. Época en la que la población era consciente de ello y, tanto es así, que  Cervantes resultó ser un artista extremadamente representativo de ese tránsito tan doloroso en la historia española. Peculiar posición la de Cervantes que se evidenciará mejor examinando su contribución al desarrollo de la novela moderna. Y, de ahí, el continuo debate de si Cervantes era progresista o reaccionario. Pero vosotros, ¿qué opináis?.



Referencias bibliográficas:


  • Rincón Castellano. [En línea. Consultado el 7 de diciembre de 2016 en http://www.rinconcastellano.com/renacimiento/renacimiento_literatura.html]


  • García-Bedoya, Carlos. (2005). Transiciones múltiples: Cervantes, Don Quijote y la novela moderna. Revista electrónica de estudios filológicos. Volumen (9)Universidad de Murcia. [En línea. Consultado el 7 de diciembre de 2016 en https://www.um.es/tonosdigital/znum9/estudios/carlosgarcia.htm]


  • El Quijote en Barcelona.Edu365.cat. [En línea. Consultado el 7 de diciembre de 2016 en http://www.edu365.cat/eso/muds/castella/lectures/quijote/antesbis.htm]



Miguel de Cervantes: un narrador universal en el Siglo de Oro


La obra de Miguel de Cervantes (1547-1616) es contemporánea de la de otras importantes figuras de la literatura española como Lope de Vega (1562-1635) o Luis de Góngora (1561-1627). Los tres escritores forman parte de un período de las letras españolas en el que se produce la transición del Renacimiento al Barroco, lo cual supondrá la culminación de uno de los géneros más cultivados en el siglo de Oro: la poesía. La transición al Barroco supuso la incorporación de otras corrientes poéticas que ampliaran el modelo petrarquista asentado durante el Renacimiento, de modo que entre las décadas de 1610 y 1615 (fechas muy próximas a la publicación de las dos partes de Quijote y las Novelas ejemplares) contamos con textos tan importantes para la literatura española como son La fábula de Polifemo y Galatea (1612) y las Soledades (1612-1614) del poeta cordobés. 

Las características de la poesía barroca parten de un recurso común: el conceptismo. Independientemente de las diferencias que se puedan establecer entre la obra de Góngora y Quevedo, lo cierto es que buena parte de los poemas barrocos se basan en este recurso para establecer relaciones entre realidades aparentemente dispares. Así se explica la abundancia de los juegos verbales, las metáforas, comparaciones, paradojas, antítesis, hipérboles o las alegorías, ya que todos estos recursos contribuyen a establecer las conexiones mencionadas. La recurrencia del conceptismo no es casual. Si se atiende a las características del movimiento artístico del barroco, se apreciará el gusto por todos aquellos elementos que permitan marcar el carácter inestable de la realidad. El conceptismo es, en definitiva, el medio del que se sirvieron los poetas para tratar de captar esa realidad cambiante que, en muchas ocasiones, no se puede trasladar directamente a la literatura, sino mediante la comparación o relación de realidades distintas. Así lo ejemplifica Góngora en la Fábula de Polifemo y Galatea cuando, queriendo referirse a la piel de Galatea indica: «De su frente la perla es, eritrea,/ émula vana» (vv. 109-110). Al igualar la frente con la perla, el poeta remarca la blancura de la piel de la ninfa.

Fábula de Polifemo y Galatea, Luis de Góngora (Biblioteca Digital Hispánica)

Como se ha podido apreciar en el verso citado, otra de las características de la poesía barroca es el empleo del hipérbaton. La alteración de la sintaxis a imitación de la estructura de la oración latina, junto con la  incorporación constante de personajes de la mitología clásica dan lugar a una corriente poética esencial del barroco: el culteranismo. Desde que Góngora difundiera este estilo poético en las dos obras citadas anteriormente, entre los poetas españoles se generalizó una polémica en torno a sus posibilidades, razón por la cual el término «culto» podía tener un sentido peyorativo. El culteranismo buscaba la elaboración del mensaje, de modo que se potenciara el adorno verbal. La forma métrica predilecta de este estilo fue la silva, una estrofa que no tenía una rima fijada ni un número de versos determinado, razón por la cual se convirtió en la forma más indicada para poemas extensos como la Fábula o las Soledades.

Cervantes cultivó la poesía, siendo el Viaje del Parnaso una de sus creaciones poéticas más elaboradas. Asimismo, produjo una serie de obras pertenecientes a otro de los géneros más desarrollados del barroco: el teatro. Sin embargo, la concepción del teatro que Cervantes había desplegado en una serie de obras teatrales no coincidía plenamente con el gusto de su época. Desde finales del siglo XVI Lope de Vega había ido dando forma a la comedia nueva, una fórmula teatral que logró triunfar en los corrales de comedias y que, por consiguiente, dio lugar a un estilo teatral que dominó la escena española hasta bien entrado el siglo XVIII. La comedia nueva se fundaba en un teatro en verso con abundancia de esquemas métricos, una estructura de la obra fundada en tres actos y una aplicación no demasiado rigurosa de las reglas clásicas fijadas por Aristóteles en la Poética. Por esta razón Lope de Vega se vio obligado a redactar el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609), un texto en el que el dramaturgo expone las líneas fundamentales de su concepción del teatro para defenderse de las acusaciones de los académicos (o «preceptistas»). El gusto de Cervantes queda reflejado entre otros textos, en el prólogo de las Ocho comedias y ocho entremeses, al igual que en la conversación entre el cura y el canónigo del capítulo XLVIII del Quijote. En este, el ideal cervantino queda reflejado en intervenciones como la siguiente:


porque de haber oído la comedia artificiosa y bien ordenada, saldría el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucesos, discreto con las razones, advertido con los embustes, sagaz con los ejemplos, airado contra el vicio y enamorado de la virtud (Cervantes, 2004: 401).  


Es en esta obra, el Quijote, en la que Miguel de Cervantes plasmó las posibilidades del género narrativo, dando lugar a la novela moderna. Para la composición del Quijote, Miguel de Cervantes se sirve de una de las tendencias narrativas de mayor éxito en su época: la continuación de la novela de caballerías. Tras la publicación de Amadís de Gaula, muchos fueron los escritores que continuaron las sagas de los caballeros andantes en los tiempos de Cervantes. Buena parte de estos libros son los que causan la locura de Alonso Quijano, según indica el narrador en la primera parte del Quijote. Con esto se demuestra el aprovechamiento literario que Cervantes hace de la realidad, un rasgo característico de su concepción literaria.

Principio de la primera parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
 Junto con la novela de caballerías, los lectores de la época encontraban obras de otras corrientes narrativas como la novela pastoril y bizantina (cultivadas también por Cervantes en La Galatea de 1585 y Los trabajos de Persiles y Sigismunda en 1616, respectivamente), la novela morisca y la novela picaresca. Este último género resulta de gran importancia para comprender la obra de Cervantes. El escritor alcalaíno era consciente de que el origen del género se situaba en el Lazarillo de Tormes (1554), tal y como demuestra en el capítulo X de la primera parte del Quijote. En este pasaje, Cervantes presenta a Ginés de Pasamonte, uno de los galeotes encadenados a los que don Quijote terminará librando de su condena a galeras. Cervantes decide crear este personaje en respuesta a Guzmán de Alfarache, el protagonista de la novela de Mateo Alemán del mismo nombre (1599 y 1605). Es precisamente este personaje el que dota al pícaro de las características que generalmente se le atribuyen y que le asocian con los estratos más bajos de la sociedad, como reflejará el propio Cervantes en una de sus Novelas ejemplares: Rinconete y Cortadillo.

Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán (1599 y 1605)

La publicación de las Novelas ejemplares (1613) está estrechamente relacionada con la segunda parte del Quijote. En el capítulo XLIV, el narrador se ve obligado a detener la narración para dejar constancia de una de las indicaciones realizadas por el historiador Cide Hamente Benengeli: 
 
y decía que ir siempre atenido al entendimiento, la mano y la pluma a escribir de un solo sujeto y hablar por las bocas de pocas personas era un trabajo incomportable, cuyo fruto no redundaba en el de su autor, y que por huir de este inconveniente había usado en la primera parte del artificio de algunas novelas, como fueron la del Curioso impertinente  y la del Capitán cautivo, […] También pensó, como él dice, que muchos, llevados de la atención que piden las hazañas de don Quijote, no la darían a las novelas, y pasarían por ellas, o con priesa, o con enfado, sin advertir la gala y artificio que en sí contienen, el cual se mostrara bien al descubierto cuando por sí solas, sin arrimarse a las locuras de don Quijote ni a las sandeces de Sancho, salieran a la luz. (Cervantes, 2004. 704)

El convencimiento por parte de Cervantes de que las novelas son independientes de un marco narrativo muestra su capacidad para reflexionar sobre la literatura y proponer nuevos caminos. Así, tal y como afirma él mismo en el prólogo de las Novelas ejemplares, se convierte en «el primero que he novelado en lengua castellana» (Cervantes, 2010.52), ya que ha sido el primer escritor consciente de que las novelas cortas no necesitan ir integradas en un marcho narrativo (historia de don Quijote y Sancho) para que puedan ser leídas.

Una de las razones por las que Cervantes puede defender la independencia de estas novelas es la capacidad de estas narraciones para ser publicadas de forma autónoma, aunque todas ellas tengan relación entre sí. La ejemplaridad a la que alude en el título de estas novelas puede entenderse desde una perspectiva estrictamente moral, aunque especialistas como Sieber indican que se trataría más bien de que el lector extraiga una «lección literaria» (2010. 15), ya que en muchas de las novelas no se aprecia la moraleja final que suelen incluir las narraciones propias de la literatura con una finalidad moralizante. En cualquiera de los dos casos, tanto las Novelas ejemplares como el Quijote son dos de los textos que con más profundidad se han estudiado de Cervantes, ya que en ellos se encuentran las aportaciones más significativas de Cervantes a la literatura universal como son el nacimiento de la novela moderna y la reivindicación de la autonomía de la novela corta.      

Como vemos, se trata de una de las figuras más destacables del Siglo de Oro, una etapa de la literatura en la que tanto su obra como la de los poetas y dramaturgos mencionados supusieron tales avances para nuestras letras que explican la importancia de los siglos XVI y XVII en la historia de la literatura en español. 

Recursos

Para saber más sobre la primera parte del Quijote, en este vídeo se hace un análisis de una de las novelas incluidas, El curioso impertinente:

Como ya hemos comentado, los corrales de comedias eran los espacios de representación de la comedia barroca. En el siguiente enlace se ofrece una visita virtual a uno de los corrales que se conservan del siglo XVII, ubicado en Almagro:
http://www.ciudad-almagro.com/noticias/32/Nuevas-imagenes-Corral-de-Comedias-en-3D-Google-View 


Referencias bibliográficas:

               Cervantes, Miguel de (2005). Don Quijote de la Mancha (I). ed.  Ángel Basanta. Madrid: Anaya, pp. 9-31.

Cervantes Saavedra, Miguel de (2004). El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, [1605 y 1615].  ed. Alberto Blecua y Andrés Pozo, Madrid, Espasa Calpe.


Cervantes, Miguel de (2010). Novelas ejemplares I. Ed. Harry Sieber. Madrid: Cátedra. 

González Tornero, Ana (2014). Antología poética del Siglo de Oro AA.VV. Barcelona: Austral, pp. 19-59. 

Montero, Juan (2006). Antología poética de los siglos XVI y XVII. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, pp. 7-63.  

Vega, Lope de (2012). Arte nuevo de hacer comedias. ed. E. García Santo-Tomás. Madrid: Cátedra, pp. 13-108.